lunes, marzo 14, 2005
Buenos días hormiguitas...
Y es que uno no se levanta todos los días a las 5.10 a.m. y se planta en mitad de la calles a las seis menos cuarto de la mañana. Y no creáis que estoy loco y me dedico a hacer esas cagadas porque sí, sino que es que mi queridísimo Pablo Motos y su equipo del programa radiofónico que conduce (¡Aupa Raquel!), decidieron venirse a Sevilla a hacer una edición más del bien conocido No Somos Nadie. Ahora sí que podéis pensar que estoy loco, que a quién se le ocurre hacer eso, levantarse tan tempranísimo y sólo para ver a seis o siete notas, loquísimos como cabras, diciendo paridas unas detrás de otra... pero es que eso de estar allí y poder gritar RAQUEEEEEEEEEEL, y que cuando se despida lo haga lanzando un beso, o escuchar en vivo y en directo Posturas sexuales realmente innovadoras, y descubrir que son dos personas las que hacen esa sección y no sólo una... Es que esas cosas no se pagan con dinero (bueno sí, con 17€ de taxi, pero eso no cuenta), sino que se pagan con autógrafos de todos (por cierto, negri, a ver cuándo me das el de Pablito para escanearlos todos y poder colgarlos en Islas Marianas) y una camiseta del programa, y por supuestísimo dos besos del mejor miembro del equipo, Raquel Martos, la mejor de todos, que nos dedicaba sonrisas a todo el Frente Raquel e incluso nos dijo que nos quería (CCE). ¡¡¡Viva Raquel!!!
El resto del fin de semana, muy relajado, saliendo poco... Y es que no tenía ánimos para muchas salidas, sólo salí el viernes por la noche a cenar a casa de la little y la verdad es que fue muy llevadero gracias a nuestra amiga, que me hizo evadirme de todo mi alrededor, y también gracias al (siempre bienvenidísimo) chocolate... ¡Qué haría yo sin ellos! Siento haber estado tan borde, pero es que no tenía ganas para mucho más, sólo tenía ganas de estar rancio, de que nadie me hablara y sólo hablar cuando yo tuviera ganas, pero eso es un poco complicado en una reunión de 8 personas... Lo siento de veras. Ayer y hoy estuve todo el tiempo encerradito en casa, para arriba y para abajo, pero sin salir de mi casa. Pensaba salir a cenar con mis corkianos preferidos, pero al final resultó que no hubo función fática tras mi mensaje y nada, en casita metío, pero bueno, no pasa nada, un poco de relax de vez en cuando tampoco viene mal...
Así que nada, ésa es la crónica (negra) de mis tres últimos días de vida (hasta el momento, eh?), que no son en absoluto apasionantes, pero bueno, al menos no me moriré sin haberle dado un par de besos a Raquel Martos
Y qué le importa a nadie como esté mi alma.
Más triste que el silencio y más sola que la luna.
Y qué importa ser poeta o basura...