viernes, febrero 27, 2004
We passed upon the stairs, we spoke of was and when
Although I wasn't there, he said I was his friend
Which came as some surprise I spoke into his eyes
I thought you died alone, a long long time ago
Oh no, not me
I never lost control
You're face to face
With The Man Who Sold The World
I laughed and shook his hand, and made my way back home
I searched for form and land, for years and years I roamed
I gazed a gazely stare at all the millions here
I must have died alone, a long long time ago
Who knows? not me
We never lost control
You're face to face
With the Man who Sold the World
Pues nada, que estoy aquí simplemente echando un pequeño ratillo antes de acostarme, que me he fijado y hace ya cinco días que no dejo nada aquí... ��Cómo lo hago?! Es que soy la peste, la peste pestosa... Ayer, cuando volvía de casa de mi alumna Laura, decidí ir a la biblioteca, pero camino de allí me quedé un rato en los jardines del Prado de San Sebastián. No había nadie, sólo alguna pareja en un banco, y algún hombre paseando a su perro. Pero no sé, me gustó. Me gustó esa sensación de tener delante de mí todo un jardín vacío, sólo lleno de charcos de la lluvia que había estado cayendo solo un par de horas antes. Saqué mi libro y me puse a leer. Me encanta leer en la calle. Más de una vez me he llevado mi libro a cualquier sitio, y me he puesto a leerlo allí, en la calle, en un parque o en una plaza. Y eso fue una de las cosas que me gustaron de ayer. Además, me encanta pararme a ver cómo la gente va y viene, sola, en pareja, en grupo, hablando, cantando, en silencio... Me encanta poder quedarme viendo muchas caras y fantasear sobre lo que hace cada persona, lo que la ha llevado a pasar justo a mi lado, ese día y a esa hora... Me parece fascinante. Finalmente, no fui a la biblioteca. Estuve un rato allí parado, sentado, y finalmente me volví a mi casa. Y, lo mismo que hay gente a la que le gusta quedarse en los andenes de tren simplemente esperando, a mí me gusta quedarme parado, viendo como decenas de vidas pasan por delante de mis ojos, esperando quizá a que alguien especial se me cruce, deseando que algún día se siente en mi mismo banco, para leer su libro...